Sería un error buscar en factores objetivos la causa central por la que el bloque dominante se ensaña tanto con el kirchnerismo en general, como con su líder en particular, tratando de borrar todo vestigio de lo ocurrido durante los años de los gobiernos populares de Néstor y Cristina.
Lo que no le perdonan, ni le perdonarán por mucho tiempo, es el factor subjetivo de haber contribuido a forjar un nuevo sentido común en la mayoría de la sociedad. El hecho imperdonable, inadmisible, maldito, es, como bien dijo el economista radical Javier González Fraga: "...haberle hecho creer a un empleado medio, que con su sueldo medio, se puede comprar un plasma, un celular, viajar afuera, y que eso era real, y no una fantasía..."
A lo que podríamos sumarle la "herencia satánica", según los dichos del propio presidente Macri, sobre el uso popular de los acondicionadores de aire.
Es justificado tanto enojo, fueron muchas décadas de persuasión, desde las aulas, las cátedras, las grandes corporaciones mediáticas, para convencer a la sociedad de que no había más alternativa que resignarse ante el orden internacional injusto. Es más, estaban convencidos de que no habían dejado hendija, en términos gramscianos, para la contrahegemonía, ya que la sociedad parecía adormecida. Y en efecto, lo estaba. Pero la propia impericia política del bloque dominante, sumado a su insaciable afán de lucro sacudió la modorra social y devino la crisis del "que se vayan todos".
En ese caldo de cultivo, mezcla de angustia, descreimiento y desilusión, irrumpió el kirchnerismo. Fue precisamente de las entrañas de esa profunda crisis, que primero con justas vacilaciones y luego con la certeza que emana de los actos políticos concretos, el pueblo volvió a creer en sí mismo, recobró su autoestima, su dignidad. La política recobró valor y la militancia sentido.
El colectivo social volvió a ponerse de pie, y hoy está dispuesto a defender con firmeza el territorio ganado durante los últimos gobiernos populares. Esa entereza moral es la que hay que doblegar. De ahí la energía que se pone para convencernos que vivimos en la mentira, la fantasía, o la ilusión. No sea cosa que vayamos por más.
Por más esfuerzo que hagan los grupos dominantes en inventarnos una realidad a su medida, no dudo que la mayoría popular, más temprano que tarde, va a corregir este giro infortunado a la derecha y nos va a reencaminar en la senda del progreso social.
* Titular del Socialismo para la Victoria. Diputado nacional del FpV durante las presidencias de CFK. Vicejefe de Gabinete de la presidencia de Néstor Kirchner.
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