Las groserías del macrismo
Por Jorge Rivas, ex diputado nacional y referente de Unidad Socialista para la Victoria-FPV.
Que en política hay quienes mienten, no es ninguna novedad. Es más, políticos de izquierda o de derecha, indistintamente, suelen ceder a la tentación de recurrir a la fábula para sobrellevar mejor los reproches que la sociedad les hace por sus demandas insatisfechas. Hasta un poco de hipocresía es aceptado por la mayoría de la sociedad como políticamente correcto.
Con sus más y sus menos, sin embargo, la década kirchnerista había logrado reconciliarnos con la palabra pública, tal vez porque las realizaciones superaron holgadamente a las promesas electorales. Veníamos de varias desilusiones fuertes: de la promesa falsa de revolución productiva del menemismo, de la de un radical mejoramiento de la calidad institucional de la mano de la Alianza. Y todo eso terminó muy mal para nuestro país, como ya todos sabemos. Ese devenir de promesas electorales incumplidas desembocó en la crisis política terminal del 2001.
Es bueno que todos los políticos tomemos nota de que aquella crisis también se llevó puesto el sistema de representación por delegación, y de hecho lo reemplazó por un sistema de representación por delegación que incluyera también la participación.
Es decir que la delegación de la voluntad popular a través del voto dejó de ser una pasiva manera de desentenderse del devenir histórico, y se incorporó la participación activa para cuidar democráticamente que no se desnaturalice la propuesta electoral triunfante. Fue esa la coyuntura de la que nació el kirchnerismo.
Si bien, como decía al principio, no sorprende algo de mentira en la política, sí es sorprendente esa mezcla de cinismo, desparpajo y desmesura con la que se miente desde el staff de gobierno macrista. Es que aunque ya se supiera de antemano que el de Macri sería un brutal gobierno de derecha, asombra cómo se borra con el codo promesas electorales muy específicas que se escribieron con la mano.
En los últimos días, la saga de groserías institucionales que se dan de patadas con promesas electorales de Cambiemos, tales como la transparencia, el republicanismo y la honradez en el uso de la cosa pública, tocó su punto más agudo al tomar estado público la condonación con que Mauricio Macri benefició a su familia en el escandaloso caso del Correo Argentino. Ello obligó al Presidente a convocar a una conferencia de prensa en la que mediante un balbuceo falaz, confuso e impreciso trató de detener, sin éxito, el fuerte malestar social.
Es notable que el gobierno no haya tomado nota del cambio institucional que se produjo en nuestro país en el 2001, y que eso lo lleve a suponer que la mayoría popular va a asistir imperturbable al incumplimiento de las promesas electorales. Desempleo, desmantelamiento del aparato productivo y corrupción conforman un combo que ya no soporta nuestra democracia participativa del siglo XXI.
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